domingo, 6 de septiembre de 2009

Y ahora el cielo está nublado, las casas se estremecen, las ventanas se cierran de un golpe... dentro palpitan pulsos enervados. La tormenta se siente, se siente la llegada del agua, del cambio. Las casas se cierran, anidan personas que temen a la ventisquera, al desafío del viento, del agua. El cielo está nublado, se siente la tierra mojada a kilómetros de aquí. La lluvia, sin embargo, no llega ni se abren las preventivas ventanas y puertas, despiadadas en el resguardo de quienes no aceptan el sino.

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