en esa casa de paredes naranjas
pájaros encantados trinaban éramos desde la premura
y el canto
entre los patios y esas
habitaciones
paredes naranjas
y la higuera ahí
dos en la necesidad
del tiempo que se deshilachaba
aquello revive y no pregunto
si algo queda de esa casa
no hay higueras en el paraíso
atravieso el naranja de la tarde
dibujo con mis manos el perfil de ese tiempo
encuentro que la fórmula del hacer
es escurridiza y críptica
un libro en mis manos dice:
“no hay higueras en el paraíso”
y disiento en mi destierro